LA PRIMERA VEZ...
Dicen que para todo hay una primera vez. Es verdad, pero no siempre queremos recordar esa vez, u olvidarla.
Lo peor que nos puede pasar es que nos olvidemos de lo que deseamos recordar, o perpetuarlo en nuestras imaginaciones, o que recordemos indeleblemente lo que quisiéramos olvidar.
¿Será que se podrá olvidar la muerte del ser que uno más ha amado en la vida? Quizá nunca, y la mayoría de los sicólogos -soberbios y vanidosos-, presumen cosa absolutamente psíquica que uno maneje los recuerdos o el pasado, razonablemente, sin embargo, nadie es mejor sicólogo que un verdadero cristiano.
En una ocasión perdoné una falta grave, y cuando lo recuerdo, la ofensa ya no me duele. Otra vez una escena ofensiva para mi moral entre una chica y un muchacho, al orar a Jesús que me la haga olvidar, la imagen de lo sucedido se borró definitiva e instantáneamente de mi mente, quedando tan sólo el recuerdo de que "algo pasó allí", que mi psique no lo recuerda más, aunque me esfuerce recordarlo.
¿Qué sería de nuestra vida si alguna vez algún sicólogo pudiera liberar nuestras mentes de nuestro pasado doloroso, oscuro, sucio, feo o deprimente? Lo probé: quedé yo mismo cargado de esa mugre y esas heridas, y sólo Jesús me hizo libre, y puede cargar con el pecado de todo el mundo. Después que lo supe, no pierdo tiempo ni siquiera con "santos" populares que nunca dieron su vida por mí.
Olvidar es posible. Recordar tambien. Elijamos nuestro pasado, para alcanzar el mejor futuro, casi imperceptiblemente y siempre de forma abundante, libre y feliz.
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